QR Code
https://iclfi.org/pubs/ai/1/nhs

El siguiente artículo ha sido traducido de Workers Hammer No. 249 (primavera de 2023), periódico de nuestros camaradas de la Spartacist League/Britain.

El sistema nacional de salud británico (National Health System, NHS) ha sido mermado y desangrado. Todo el sistema está colapsando e incluso el acceso a la atención médica más elemental está en peligro. Para la clase obrera de Gran Bretaña, ésta es literalmente una cuestión de vida o muerte. Las huelgas del sindicato de enfermeras (Royal College of Nursing, RCN), Unite y otros sindicatos del NHS ciertamente se tratan de los salarios, pero también de mucho más. La supervivencia misma de un sistema de salud financiado públicamente está en juego.

Esta realidad es bien conocida. La pregunta es: ¿qué hacer? Todos y cada uno de los políticos juran y perjuran que están totalmente comprometidos con “salvar al NHS”. Contar con ellos es como contar con un pirómano para apagar un incendio. Los tories han devastado el NHS y ahora dan un portazo a las modestas exigencias salariales de las enfermeras. En cuanto al Partido Laborista, Starmer promete retomar el camino de… Tony Blair, el mismo hombre que le abrió las puertas del sector salud al capital privado. Ni el partido nacional escocés (SNP), ni los Liberal Demócratas, ni los verdes ofrecen nada mejor. Claramente, los políticos no tienen la respuesta.

El progreso social, en este reino reaccionario, viene de un solo lugar: las luchas de la clase obrera. Sin duda, los sindicatos son esenciales para “salvar al NHS”. Por otra parte, durante los últimos 40 años los sindicatos han sido totalmente incapaces de detener la destrucción del NHS y el deterioro de los estándares de vida. La falla no ha sido de los sindicatos mismos, sino del desastroso curso que ha seguido la dirigencia sindical. En lugar de construir sindicatos que sirvan como instrumentos de lucha capaces de defender las necesidades básicas de los obreros, los sindicatos de este país han sido debilitados y son usados como patéticas herramientas de relaciones públicas.

Esto es evidente en la estrategia que sigue actualmente el RCN. Después de casi un siglo de oponerse a las huelgas, dejando que sus afiliados trabajen hasta la muerte y que el estado del NHS se vuelva desastroso, el RCN ha convocado a unos cuantos días de huelga. Su objetivo es “forzar al gobierno a detenerse y escuchar lo que le pide la fuerza de trabajo del sistema de salud” (RCN Magazines, 16 de octubre de 2020). Todo bien con eso, pero unos cuantos días de huelga esporádicos no van a “forzar” al gobierno a nada. De hecho, mientras que el gobierno no ha cedido, el RCN redujo sus demandas salariales a la mitad, del 19 al 10 por ciento, después de sólo dos días de huelga.

No se hará que el gobierno “reconozca” el verdadero valor de los trabajadores del NHS a través de cobertura en los medios. Lo que le ha pasado al NHS no es una política equivocada, sino una campaña de décadas para destruir la mayor conquista obrera de este país, la cual no se va a revertir sin una verdadera lucha, y ciertamente tampoco teniendo ilusiones en la buena voluntad de Westminster.

Cada enfermera sabe que para tratar a un paciente, uno primero debe tener un diagnóstico correcto de la enfermedad. El RCN identifica correctamente los bajos salarios como un importante factor de la crisis del NHS. Sin embargo, los bajos salarios no son sino un síntoma de un problema más amplio. La verdadera causa de la crisis del NHS es la degradación general de las condiciones sociales y económicas en Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Durante los últimos 40 años, las condiciones laborales, los servicios públicos y la condición de las mujeres han sido devastados por una serie de ataques. Nada expresa mejor esta realidad que el colapso del NHS: un caso de estudio de las condiciones laborales miserables, los servicios derruidos y el trato brutal que reciben las mujeres en este país.

Para salvar al NHS y revertir el declive general de los estándares de vida, es necesario ampliar la lucha y llegar a la raíz de la crisis. Para ello, Workers Hammer llama a que las huelgas del NHS se organicen para luchar por: salarios altos, atención médica de calidad y liberación de la mujer. Estas cuestiones no pueden separarse, sino que avanzarán o retrocederán juntas. Para avanzar, toda la clase obrera debe luchar por todas esas demandas. Pero ninguno de los sindicatos del NHS está siguiendo esa estrategia, y en cambio se enfocan en exigencias estrechas divorciadas de las cuestiones sociales más amplias que están en juego. En particular, hacen caso omiso de la cuestión de la opresión de la mujer o le dedican menciones simbólicas. Esto no es satisfactorio. Sí, peleamos por el pan, pero también debemos luchar por las rosas.

Las mujeres como obreras

¿Qué tiene que ver la liberación de la mujer con la crisis del NHS? En realidad, todo. La cuestión de la opresión de la mujer se entrelaza con todos los aspectos del NHS. En primer lugar, obviamente, se vincula con el estatus de las mujeres como obreras. La fuerza de trabajo del NHS es en su gran mayoría femenina, y éste es por mucho el mayor empleador de mujeres de Gran Bretaña. No es casual que quienes trabajan en el NHS en general ganen mucho menos que en otros empleos del mismo nivel dominados por hombres.

Una razón importante de esta brecha salarial es que el gobierno explota el condicionamiento social de las mujeres como “cuidadoras” para exigirles mayores sacrificios que en las profesiones dominadas por varones. En nombre de “salvar vidas” y “atender a los pacientes”, se pide a las enfermeras y demás personal del NHS que hagan a un lado su propio bienestar. Este chantaje moral llegó al extremo durante la pandemia. Ahora, el mismo método se usa para intentar desprestigiar y desmoralizar las huelgas. Las enfermeras y los trabajadores de ambulancias son acusados de matar gente por irse a huelga para obtener mejores condiciones laborales. Esta demagogia debe rechazarse decisivamente para lograr cualquier progreso en el NHS.

Lejos de hacer eso durante la pandemia, los sindicatos del NHS se sometieron totalmente al chantaje del gobierno, permitiéndole que presionara a los obreros hasta el punto de quiebre. A cambio, éstos no recibieron más que aplausos. En la huelga actual, el RCN ha tenido que refutar algunos de los mismos argumentos que él mismo impulsó durante la pandemia. Ha argumentado que las huelgas de enfermeras son necesarias para salvar al NHS y que es el estado de abandono del sistema lo que está matando gente. Eso es totalmente cierto. ¿Por qué entonces mantiene la lucha al mínimo y la libra con tan pocas ganas?

Claramente, los sindicatos del NHS siguen a la defensiva, conciliando con el argumento de que es moralmente equivocado causar problemas. Es momento de pasar a la ofensiva. La abnegación y la conciencia social tan desarrolladas entre los trabajadores del NHS —y en particular entre las mujeres— deben desatarse en la lucha por mejor atención médica y mejores salarios para todos. Lo cierto es que el NHS va a colapsar y mucha más gente trabajadora morirá si la clase obrera en su conjunto no se muestra firme. Cuanto más decidida y enérgica sea su lucha, tanto más apoyo obtendrá del pueblo trabajador y tanto más mejorará la atención médica.

Los servicios públicos y la familia

La opresión de las mujeres en el NHS es más profunda que la inferioridad salarial. El que la fuerza de trabajo del NHS sea abrumadoramente femenina implica que la mayoría de sus miembros enfrentan en casa un segundo turno de trabajo: la crianza, las labores domésticas y el cuidado de los ancianos. Estas labores recaen desproporcionadamente sobre las mujeres, lo que hace que la cuestión de los servicios públicos sea tanto más importante para ellas. El acceso gratuito a la atención médica, la educación pública y los asilos son pasos modestos pero muy reales para sacar “el cuidado” de la esfera privada de la familia y ponerlo en la esfera social. Mejorar la calidad y la disponibilidad de los servicios públicos alivia directamente la carga del trabajo doméstico sobre las mujeres. Y viceversa: los recortes a los servicios públicos y la ausencia de guarderías accesibles sólo aumentan la presión.

Si bien el estado de los servicios públicos tiene un impacto particular sobre las mujeres, también afecta profundamente a los obreros varones. Lejos de dividir a los obreros sobre líneas de sexo, poner la emancipación de la mujer en el centro de la lucha por el NHS tiene el potencial de unir a la clase obrera sobre una base mucho más fuerte que las meras exigencias económicas. Por ejemplo, los obreros de sectores donde predominan los varones, como los ferrocarriles, estarían mucho más dispuestos a aliarse con las enfermeras por una mejor atención médica y por una reducción de la carga doméstica que por demandas salariales.

De hecho, la condición de la mujer se relaciona directamente con el nivel general del progreso social. Ya en 1808, Charles Fourier, uno de los primeros socialistas, explicaba cómo:

El progreso social y los cambios de periodo se dan en virtud del progreso de la mujer hacia la libertad, y el retroceso social ocurre como resultado de la disminución en la libertad de la mujer.

“Otros sucesos inciden en estas vicisitudes políticas, pero no hay otra causa que produzca un progreso o declive social tan rápidamente como un cambio en la condición de las mujeres”.

La teoría de los cuatro movimientos

La lucha por el avance de las mujeres no sólo es una causa enteramente justa sino también una palanca que puede levantar a toda la sociedad. La lucha por un NHS de calidad y por mejores servicios públicos lo demuestra claramente.

La atención médica y el capitalismo

Para obtener atención médica de calidad para todos, es esencial entender los obstáculos que hay en el camino. En el fondo es la naturaleza misma de la economía capitalista la que arrastra hacia abajo y limita la calidad de la atención médica. Cuando Gran Bretaña era una potencia manufacturera, su clase dominante tenía cierto interés en dar un grado rudimentario de educación y atención médica. No lo hacía por caridad, sino por la presión de una clase obrera fuerte, así como por la necesidad de una fuerza de trabajo industrial efectiva y de soldados sanos. Conforme la economía pasaba más y más hacia actividades puramente especulativas y parasitarias en las finanzas y los servicios de lujo, y la clase obrera se veía diezmada, fue disminuyendo la necesidad de mantener estándares semidecentes en la atención médica y la educación para la masa de la población.

Hoy, una parte creciente de la economía se basa en una pequeña capa de especialistas y tecnócratas altamente capacitados. Esto ha significado que la educación, la atención médica y la vivienda social para la población se han vuelto gastos “superfluos” a los ojos de los capitalistas. Estos servicios simplemente no contribuyen lo suficiente a la “productividad” como para justificar una inversión significativa. Conforme los servicios públicos reciben menos financiamiento y el bienestar general de la población se degrada, la tensión a la que se somete la salud pública se vuelve insostenible. Ésta es la razón de la crisis del NHS. No la causa una “ideología” sin corazón ni la “avaricia”, sino el interés fundamental de la clase dominante. Este entendimiento debe estar en el centro de la lucha por mejor atención médica y mejores condiciones de trabajo.

Las lecciones de la pandemia:
los trabajadores del NHS deben llevar la batuta

Ver la pandemia desde esta óptica permite llegar a conclusiones claras. Fue un crimen que la totalidad del movimiento obrero —el Partido Laborista, los sindicatos y la izquierda— apoyara los confinamientos. Esto significó dejar todo el control de la salud y las condiciones de trabajo en manos del gobierno demente de Boris Johnson, a quien obviamente no podía importarle menos la protección de la clase obrera en la pandemia.

Lo que hacía falta, en cambio, era una lucha decidida por parte del movimiento obrero para tomar las riendas de la situación. La clase obrera debió haber luchado por que todos los recursos sociales se movilizaran para responder a la emergencia. Nuevos hospitales, asilos y otras instalaciones de salud debieron haberse construido urgentemente. La vivienda disponible debió haberse redistribuido para aliviar las condiciones insalubres de hacinamiento. Los salarios y el personal del NHS debieron haberse duplicado. Éstos son sólo algunos ejemplos de medidas básicas que podían y debían tomarse para responder a la pandemia. También hubieran tenido un efecto benéfico a largo plazo sobre la salud de la población y el estado del sistema de salud.

El obstáculo que impide todas estas medidas es que la mayor parte de los recursos está en las manos privadas de un pequeño número de familias. Requisar los bienes de los capitalistas (y la familia real) es obviamente un límite que jamás cruzaría un gobierno cuyo único propósito es defender los intereses de esa misma gente. Así que éste, en cambio, lo cerró todo, bombeó dinero a los bolsillos de sus patrocinadores tories y exprimió a los trabajadores del NHS hasta el punto de quiebre. El RCN y otros sindicatos del NHS se creyeron totalmente la propaganda de unidad nacional del “todos estamos juntos en esto” y se sometieron al gobierno. En vez de luchar por mejorar las condiciones sociales y laborales, rogaron por más confinamientos. El resultado de estas políticas está claro. Hubo una catástrofe durante la pandemia y el NHS se convirtió en la ruina que es hoy.

La lección debería ser igual de clara. Dejar la atención médica en manos de un gobierno capitalista sólo puede conducir al desastre. Los trabajadores de la salud deberían estar a cargo de administrar la atención médica. Un primer paso básico hacia eso debería ser que los sindicatos resistieran las intrusiones burocráticas cada vez más invasivas y lucharan por el control sindical de la salud y la seguridad. En última instancia, todo el sistema debería ser administrado por los trabajadores, de arriba a abajo.

El camino a la liberación de la mujer

El problema fundamental con la estrategia que han seguido el RCN y otros sindicatos del NHS es que no parte del entendimiento de que una atención médica de calidad es incompatible con el capitalismo. Desde luego, los sindicatos deben partir de las luchas y la conciencia actuales, pero deben usar las batallas cotidianas para educar a los obreros en la naturaleza irreconciliable del conflicto. Lejos de ello, los sindicatos del NHS promueven ilusiones de que los capitalistas y su gobierno pueden ver la luz y volverse razonables. Esos cuentos de hadas minan hasta las más mínimas luchas por mejores salarios y condiciones de trabajo. En lugar de llevar a luchas decididas y bien planeadas, llevan a tomar medidas a medias, al compromiso y a la capitulación.

Ya sea que se trate de condiciones de trabajo, servicios públicos o el estatus de la mujer, es crucial entender que el progreso gradual y constante es imposible bajo el capitalismo. Ni el propio NHS, aunque es una conquista crucial, fue un paso hacia el socialismo. Fue parte de las medidas adoptadas para reforzar el tambaleante imperialismo británico tras la Segunda Guerra Mundial. Attlee [primer ministro laborista] y el archirreaccionario Churchill estuvieron básicamente de acuerdo con esas medidas en su momento. Desde entonces, el NHS ha estado bajo constantes ataques. Mientras la clase dominante merma todo el tejido social del país, lo único que puede esperarse del futuro bajo el capitalismo es el declive y la miseria.

En contraste, un gobierno obrero expropiaría a la clase capitalista y podría tomar inmediatamente medidas de largo plazo para aumentar la cantidad y la calidad de los servicios públicos. Usando las fuerzas productivas de manera racional y planificada a escala internacional, una parte creciente de la carga que hoy soporta la familia pasaría a la sociedad en su conjunto: cocinar, limpiar, la atención médica, la educación y la crianza. Conforme esto progrese, el papel social de la familia se irá desvaneciendo, y con él la opresión de la mujer.

El sindicalismo y la opresión de la mujer

La crisis de este país está aplastando a los trabajadores en todos los aspectos de su vida. La clase dominante está en una crisis perpetua y la estabilidad social se erosiona rápidamente. El mayor obstáculo a la liberación de la clase obrera y la emancipación de la mujer ciertamente no es la estabilidad del sistema. Lo que bloquea el camino al socialismo es en primer lugar la ausencia de un partido de la clase obrera que luche por el socialismo.

La dirigencia actual del movimiento obrero se compone del totalmente pro capitalista Partido Laborista y una burocracia sindical pro capitalista que a veces suena combativa. Para romper el yugo de estos traidores, es necesario mostrar cómo sus acciones minan a la clase obrera a cada momento y demostrar que otra vía es posible. Ésta es la tarea clave de los socialistas hoy. Pero, lejos de ello, el resto de la izquierda socialista habla del marxismo y de la revolución sólo para luego apoyar a diversas direcciones no revolucionarias de la clase obrera.

Este problema de dirección se hace particularmente claro con respecto a la cuestión de la opresión de la mujer y las huelgas del NHS. Tómese por ejemplo a Socialist Appeal. Esta revista escribe con frecuencia sobre la opresión de la mujer y recientemente lo hizo sobre el repugnante encubrimiento por parte de la policía metropolitana de un policía violador. También escriben artículos sobre la necesidad del socialismo para emancipar a la mujer. Pero cuando se trata de las huelgas del NHS —que impactan a las mujeres de mil maneras— ninguno de sus artículos menciona siquiera la cuestión de la opresión de la mujer, mucho menos aboga por que los sindicatos luchen por la liberación de la mujer. Y lo mismo puede decirse de los demás periódicos socialistas.

¿Cómo se explica esta aparente contradicción? Viene de la enfermedad que Lenin identificó como economicismo. En Gran Bretaña se conoce mejor como trade unionism. En el fondo, este programa limita los fines de la lucha sindical a mejorar las condiciones económicas inmediatas de la clase obrera y predica el socialismo para el futuro. Cuando se trata de enfrentar la opresión de otros grupos —mujeres, minorías étnicas, inmigrantes, Travellers, etc.—, el economicismo se limita a denunciar la injusticia y, otra vez... predicar el socialismo para el futuro.

Este programa, en todas sus versiones, es enteramente compatible con la burocracia sindical actual, sea de izquierda o de derecha. Lo que se rechaza es la lucha por una dirección socialista hoy, que no sólo abandere la causa de todos los oprimidos, sino que busque ponerle fin a su opresión derrocando al capitalismo. El economicismo no lleva al mejoramiento gradual, sino a la traición por parte de la burocracia pro capitalista y obviamente tampoco lleva a algún progreso hacia el socialismo.

Para la burocracia sindical y los falsos socialistas, abogar por la liberación de la mujer en el contexto de las huelgas del NHS sería “divisivo”, porque algunos obreros (y ciertamente los burócratas) creen que es demasiado radical. Luchar por la liberación de los negros, los asiáticos y los inmigrantes, lo cual también es absolutamente central en el NHS, también sería considerado “divisivo” por la misma razón. Del mismo modo, fue para evitar la “división” que, cuando la reina murió, líderes sindicales que se declaran “republicanos” cancelaron huelgas y el RCN suspendió sus votaciones de huelga. En realidad, es el economicismo lo que divide al movimiento obrero.

La clase dominante bombardea continuamente a la clase obrera con todo tipo de prejuicios, con el propósito específico de enfrentar a los obreros entre sí y mantenerlos fieles a los capitalistas. El que los socialistas diluyan su programa ante el atraso de la conciencia significa pisotear los intereses de los más oprimidos de la sociedad, presentando la lucha por su liberación como “divisiva”. Esto impulsa las políticas identitarias entre los oprimidos, que con razón se sienten traicionados y no tomados en cuenta, acentúa las polarizaciones sociales reaccionarias y divide a los obreros. Sólo si las luchas de todos los oprimidos se unen bajo una bandera socialista común podrán los obreros del mundo superar la miríada de divisiones que promueve la clase dominante.

Esta perspectiva es antitética a la de todas las demás organizaciones de izquierda en Gran Bretaña. Sin embargo, esperamos estar equivocados y nos alegraría ver a otros grupos socialistas unírsenos en la lucha por que los sindicatos del NHS y todo el movimiento obrero inscriban en sus banderas: ¡Por la liberación de la mujer!

¡Para salvar al NHS, luchar por la liberación de la mujer!

  • ¡Un solo sindicato para todos los trabajadores de la salud! Por una ofensiva huelguística conjunta.
  • 50 por ciento de aumento salarial y salarios que aumenten con la inflación.
  • No al tiempo extra obligatorio. Contratación masiva bajo control sindical. Acabar con la subcontratación y los contratos de cero horas. Plazas permanentes para los trabajadores temporales.
  • Abajo la discriminación racista. Plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes.
  • Socializar las labores domésticas. Guarderías las 24 horas, comedores y servicios de lavandería pagados por el estado, disponibles en los lugares de trabajo y los barrios.
  • Abolir la deuda del NHS. Nacionalizar el sector privado de la atención médica.
  • Construir nueva infraestructura de salud, escuelas y viviendas accesibles y de calidad. ¡Tomar las propiedades de la monarquía y la iglesia para pagar por ello!
  • Establecer una economía planificada para reindustrializar Gran Bretaña. ¡Expropiar la City de Londres!
  • ¡Abajo los burócratas! Por una dirección clasista de los sindicatos y un partido obrero revolucionario.
  • ¡Por gobiernos obreros en ambos lados del Mar de Irlanda!